UN MUNDO MEJOR ES POSIBLE. Año 4. No. 3, Septiembre 2005
Boletín de la Red Cubana de Género y Salud Colectiva.
Ateneo Juan César García, Sociedad Cubana de Salud Pública
Capítulo Cubano de la Red de Género y Salud Colectiva de la
Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES)
Coordinadora:
Leticia Artiles
Vicecoordinadoras:
Ada Alfonso
Celia Sarduy
Contenido:
Contenido:
1. Editorial.
2. POR UNA NACIONES UNIDAS DE NOSOTRAS Y NOSOTROS LOS PUEBLOS
3. VIOLENCIA DE GÉNERO EN LAS PRÁCTICAS INSTITUCIONALES DE SALUD.
4. GLOBALIZACIÓN, REFORMAS Y EL DERECHO A LA SALUD: EL CASO DE AMÉRICA LATINA
Nota Editorial
SaluCo en este número se propone socializar entre sus
lectores/as el trabajo de dos colegas de ALAMES, presentados en la
Asamblea Mundial de los Pueblos, precedidos por la presentación de
Virginia Vargas, en representación de la Sociedad Civil Global a la
Cumbre del Milenio, Naciones Unidas.
Las tres presentaciones movilizan la reflexión e invitan a la acción,
recomendamos su lectura por la actualidad y calidad de los textos, en
el entendido que todas y todos nuestros/as lectores/as tenemos un alto
compromiso social y apostamos a que UN MUNDO MEJOR ES POSIBLE.
Les invitamos a contribuir con SaluCo y a enviarnos sus sugerencias y
comentarios.
Contenido
POR UNA NACIONES UNIDAS DE NOSOTRAS Y NOSOTROS LOS PUEBLOS
Presentación de Virginia Vargas, en representación de la Sociedad
Civil Global a la Cumbre del Milenio, Naciones Unidas, setiembre 16,
2005
Centro de la Mujer Peruana Flora Tristan;
Articulación Feminista Marcosur;
Comité Internacional del Foro Social Mundial; Grupo de Trabajo Feminista del Llamado de Acción Global contra la Pobreza (GCAP).
Como activista de la sociedad civil global, me hago eco de las
voces -insistentes y desencantadas- de los movimientos sociales
globales, que les dicen a los Jefes de Estado presentes en esta
Asamblea General que este mundo, tal como está, es éticamente
inaceptable, políticamente devastador, económica y ambientalmente
insostenible. Que afirman –tal como señala el Foro Social Mundial- que
otros mundos son posibles y que, para lograrlos, es urgente un cambio
radical, que coloque a mujeres y hombres en el centro del desarrollo,
de una nueva democracia con justicia social, justicia de género y en
armonía con el planeta. Que le dicen a esta Asamblea general que
ustedes están perdiendo una oportunidad histórica de asumir sus
obligaciones y cumplir con sus promesas de lograr un mundo más justo.
Que su falta de compromiso con la misión de Naciones Unidas está
impidiendo que sea de nosotras y nosotros, los pueblos. Y que los
urgentes cambios que el mundo requiere sólo serán posible desmantelando
tres fuerzas globales antidemocráticas, injustas y sostenidas por
países poderosos y sus aliados: el neoliberalismo, el militarismo y los
fundamentalismos de diferente signo.
Una vida sin carencias sólo será posible si se confronta el
paradigma de desarrollo que da prioridad al crecimiento económico sobre
los derechos humanos, si se recuperan los aportes de las sociedades
civiles y sus movimientos emancipatorios a un nuevo paradigma global;
si se reconoce la contribución fundamental que realizan las mujeres a
la economía productiva y reproductiva. En un mundo donde la producción
de riqueza es enorme y al mismo tiempo la pobreza y exclusión son
dramáticamente crecientes, el problema central es la tremenda inequidad
en la distribución de la riqueza. Situación legitimada por un orden
internacional injusto que favorece a los más poderosos. ¿Dónde están
los nuevos instrumentos de rendición de cuentas y de impuestos globales
a las corporaciones multinacionales? ¿Dónde está la normatividad
internacional que controla la expropiación y usufructo de las riquezas
culturales y naturales de los pueblos por los capitales globales?
¿Hasta cuándo la atención de epidemias mortales como el SIDA seguirá
supeditada a las ganancias de las trasnacionales y el progreso
científico de la humanidad seguirá monopolizado por el mercado? ¿Dónde
están, finalmente, las propuestas democráticas frente a una deuda
indecente e inmoral, pagada ya de muchas formas, y cuya condonación se
ha convertido en una herramienta de control y aceptación de los
intereses hegemónicos? Esa deuda es éticamente incobrable para la
ciudadanía del mundo.
Una vida sin miedos no será posible mientras el poder político esté en
alianza con el poder económico de las trasnacionales de armamentos.
Esta alianza no tiene legitimidad para definir cuándo una situación es
“amenaza inminente” o un peligro “latente”. Ella misma es amenaza y
peligro, porque recurre a la mentira y al unilateralismo arbitrario
para imponer sus afanes de guerra permanente. Exigimos no un desarme
progresivo ni selectivo, sino un desarme general. Exigimos modificar la
lógica de resolución de conflictos, ampliando la mirada a otras causas
del temor. Una vida sin temores para millones de mujeres también
significa sancionar la violencia –en lo doméstico, en lo sexual, en los
conflictos armados– como una brutal violación de sus derechos humanos.
Una vida sin temores se construye confrontando el racismo, reconociendo
los derechos y la autonomía de los pueblos indígenas.. Se construye
afirmando el derecho de movimientos sociales, como el de las mujeres, a
aportar a una agenda de paz. Y se construye respetando los acuerdos
internacionales, que constituyen una responsabilidad ética global.
Gobiernos que se resisten a firmar el Protocolo de Kyoto tienen hoy
responsabilidad en el desastre y sufrimiento dejado por el huracán
Katrina. Gobiernos que pretenden la impunidad frente a sus crímenes de
guerra, resistiéndose a fortalecer la ley internacional, tendrán que
rendir cuentas a la historia. La lucha contra el terrorismo no puede
hacerse al margen del sistema de derechos humanos.
¿Cómo vivir en libertad en estas condiciones? ¿Qué libertad
estamos construyendo cuando sabemos que el hambre esta quitando
capacidades irrecuperables a las nuevas generaciones? ¿Qué libertad
puede haber sin el reconocimiento de los derechos sexuales y los
derechos reproductivos de las personas y el derecho a ejercer
diferentes formas de sexualidad y amor? Vivir en libertad sólo será
posible si los derechos humanos, indivisibles, universales e
interdependientes, son colocados al centro de la estructura y las
dinámicas de los estados y de Naciones Unida, recuperando en cualquier
nueva estructura lo que ha democratizado y ampliado su alcance. Si los
estados son seculares, gobernando para toda la ciudadanía y
garantizando la no influencia de instituciones religiosas cuya
presencia en Naciones Unidas es arbitraria y un obstáculo para el
despliegue de los intereses democráticos. Como lo son también los
desbalances de poder en el Consejo de Seguridad, que no se resolverán
sólo con más o menos miembros, sino con la eliminación del derecho a
veto.
Naciones Unidas, para cumplir con su misión, debe estar a la altura de
los desafíos del nuevo milenio. Naciones Unidas no puede seguir siendo
sólo de los gobiernos, como lo ha sido en esta Cumbre. Su renovación
democrática debe estar abierta a los múltiples aportes de los
movimientos sociales y fuerzas democráticas para construir un mundo
diferente, sin pobreza ni exclusiones. Naciones Unidas debe recuperar
su misión, de ser de nosotros y nosotras los pueblos. ¡O no será!
Contenido
VIOLENCIA DE GÉNERO EN LAS PRÁCTICAS INSTITUCIONALES DE SALUD
Por Sara Yaneth Fernández Moreno
[email protected]
Red de Género y Salud
ALAMES COLOMBIA
II ASAMBLEA MUNDIAL POR LA SALUD DE LOS PUEBLOS
Cuenca – Ecuador, Julio 17 al 14 de 2005
Taller sobre Política Social y Violencia de Género
Resumen
Este documento recoge las primeras impresiones de un trabajo más amplio
alrededor de la violencia de género al interior de las prácticas
institucionales de salud en una institución de segundo nivel de
atención en la Red Pública de servicios de salud en la ciudad de
México, se analizarán cinco apartados que buscan problematizar e
identificar la violencia de género al interior de la institución
hospitalaria a través de las prácticas cotidianas, ellos son: -
Estructura de los servicios de salud, - recurso humano en salud,
-problemas de la atención en salud, -relaciones de poder subordinación,
-formación médica; en todos estos apartados se analiza con especial
atención la perspectiva de género y la forma en que desde ella se
analiza el problema. Al final del recorrido se evidencia que la
violencia de género es una problemática subyacente a las prácticas
institucionales de salud y por lo tanto debe y merece construirse luego
de un complejo análisis de la estructura médico hospitalaria que
naturaliza e invisibiliza las asimetrías de género, que asimila la
cultura masculina y patriarcal imperante y que se basa en ella como
institución, desde la hegemonía del saber y el poder médico y desde la
superioridad y el distanciamiento social del médico frente a la
población usuaria para operar e incidir en la calidad de la atención,
en el ejercicio del derecho a la salud y en el respeto y el
reconocimiento de las personas como sujetos de derecho.
Estructura de los servicios de salud
Los servicios de salud del distrito federal están organizados en red,
una red compuesta por 28 hospitales generales, materno infantiles y
pediátricos de segundo nivel de atención; aunque recientemente se
inauguró un hospital de especialidades de tercer nivel que -se supone-
entra a apoyar la atención de la salud de la red a este nivel. Los
servicios están diseñados para ofrecer un modelo de atención en red de
manera gratuita a toda la población del distrito federal.
Cuadro de texto: “si claro es que este hospital fue hecho para área
rural, no es muy grande, no se pensó que la ciudad fuera a crecer tanto
y ahora mire, no damos abasto”(personal de Enfermería)
El esquema de gratuidad está sustentado en el derecho a la protección
en salud que la Secretaría de Salud del Distrito Federal como organismo
máximo de gobierno ofrece a la población. El diseño y la construcción
de los hospitales de la red data de los años sesenta y setenta, gran
parte de ellos fueron incluso concebidos para atender la demanda de
áreas urbano-rurales de la capital y hoy en día han triplicado la
demanda de servicio por el crecimiento de la ciudad, el aumento de
población y los cada vez más grandes asentamientos urbanos conformados
a su alrededor. Desde su creación estos hospitales no han modificado su
estructura, es decir siguen ofreciendo el servicio desde la estructura
original hoy en día insuficiente e inadecuada a las necesidades en
salud de la población actual.
Recurso humano en salud
La planta de personal de la red hospitalaria del distrito federal
no ha sido ampliada desde la creación de los hospitales, la red sigue
funcionando con el mismo personal de base pese a la creciente necesidad
de atención en salud por parte de la población. Las especialidades no
están cubiertas y por tanto las acciones de salud se restringen a lo
que hay, desde luego hay practicantes de medicina y enfermería en los
hospitales, internos y residentes que hacen sus guardias y tienen su
docencia en la red, sin embargo, las necesidades a cubrir van más allá
de las posibilidades reales de la red. Ejemplo, urología y patología
son especialidades ausentes de la red, por tanto la atención por
ejemplo a hombres y las actividades de salud sexual y reproductiva con
ellos no se lleva a cabo porque no hay quien la haga. Por ser una
institución de enseñanza médica la observada como buena parte de los
hospitales de la red, la problemática de la escasez de espacio de
agudiza, residentes, internos y especialistas entre adscritos y
pasantes sólo en el área médica ya son difíciles de manejar. La mayor
responsabilidad médica la tiene el médico adscrito, le sigue en
responsabilidad el médico residente y en la base se encuentra el
interno que está terminando su formación básica en medicina, esta
corresponsabilidad marca relaciones jerárquicas y diferenciales del
colegaje y la relación personal del gremio. El ausentismo se da
frecuentemente y mucho más en el personal adscrito y de base (quien es
clara minoría en la institución) las guardias se cubren entre
residentes e internos quienes deben prestar guardias completas. Las
condiciones de vinculación son desiguales y diferenciales, los
adscritos cubiertos por garantías sindicales pueden tener pases de
salida o de entrada (llegada hasta dos horas tarde o salida dos horas
más temprano), compensatorios por puntualidades acumuladas, tres
periodos de vacaciones al año, tres días de falta injustificada al mes;
respecto a los residentes e internos que no tienen concesión ninguna
más allá de las académicas o de formación. Hay mucho estrés y cansancio
que se acumula con la falta de personal, no hay suplencias lo cual
recarga el trabajo de los presentes frente al ausentismo de varios. Por
parte del personal de enfermería, vale decir que es el sector más
organizado y coordinado, característica que distingue al gremio quien
centra su labor en la atención directa y en el cuidado de las personas,
en este sector se resienten las jerarquías médicas en especial en el
manejo de normas elementales de higiene, asepsia y comunicación, al
decir de las enfermeras, los médicos no aceptan observaciones ni
recomendaciones de su parte y son las personas más complicadas para
manejar la normatividad básica de asepsia y prevención de infecciones,
instrucciones tan básicas como el lavado de manos, el uso de uniforme
quirúrgico completo y las medidas de protección son difíciles de seguir
por parte de los médicos, las enfermeras dicen que el solo
mencionárselo se molestan, si estos problemas prevalecen y la unidad
observada es de enseñanza es de esperar que se aprendan también las
conductas arriesgadas y las actitudes autoritarias del personal de base
de mayor tiempo de contratación o de mayor nivel de formación clínica
Problemas de la atención en salud
Como entidad pública de salud sostiene la red la lógica de la gratuidad
en el distrito federal mientras el gobierno federal mexicano ha venido
manejando otro sistema que se llama seguro popular y que aparte de los
sistemas privados, prepagados y los sistemas de cotización de la
población trabajadora y derechohabiente, cubre a la población abierta
sin seguridad en salud. La apuesta del seguro popular es subsidiada
apoyando a las personas según su capacidad de pago al cubrir un paquete
básico de atención al año, mientras la apuesta de la gratuidad
sostenida hasta este año por la secretaría de salud del gobierno
federal defiende a la salud como derecho ciudadano, garantizado
constitucionalmente y obligado por parte de las entidades que la
conforman.
Cuadro de texto: “es que póngase a pensar cómo me toca trabajar aquí,
me siento como un gladiador que lo mandan a pelear sin casco, sin
escudo y sin espada, así no me queda otra opción más que correr y darle
vueltita al turno”(Md. Adscrito de la Red)A la voz de las y los
trabajadores del sector la gratuidad trae inconvenientes pues en la
realidad, para materializarse requiere dotación insumos y medios de
trabajo, para el día a día la queja permanente de los prestadores de
servicio es que tales insumos no son suficientes, son irregulares y
limitados, la postura en general es que para qué hablar de gratuidad si
en lo concreto la atención es deficiente y limitada por el abasto. Esta
posición lleva a los prestadores a calificar la medida más política y
de corte populista que real o conveniente para el sistema de salud.
Paradójicamente buena parte de los prestadores de la red pública
trabajan jornadas compartidas en las instituciones de salud del régimen
de trabajadores asegurados, describen el trabajo en tales instituciones
diametralmente distinto al desarrollado en la red pública frente a lo
cual vale la pena preguntarse sobre la lógica de tales afirmaciones y
más aún del sentido de hacer estas separaciones cuando estas mismas
personas son las que trabajan en ambos espacios ¿Hay entonces prácticas
distintas por parte de las mismas personas por el solo hecho de cambiar
de contratista? ¿Es entonces plenamente válido hablar de derecho y
servicio en la institución privada más no en la pública?
Cuadro de texto: “es que estamos ofreciendo es cantidad no calidad y si
la gente aportara un poco podríamos proponer mejores tratamientos o
tener insumos para atenderla mejor”(Md. Adscrito de la Red)Lo público
en este contexto es leído como instancia destinada a reformarse o a
perecer, se caricaturiza la red y la entidad pública como instancias y
estructuras premodernas, rebasadas en la demanda, pensadas para
dinámicas urbano- rurales y hoy excedidas por el crecimiento de la
mancha urbana y las problemáticas de salud de la población usuaria. Lo
grave de esta situación es el desdibujamiento de la noción de derecho,
noción elemental del espacio de lo público. Cuando se plantea el cambio
de régimen del distrito federal al seguro popular el sector médico cree
conveniente que entre el seguro popular, convencido que los co-pagos
cubrirán los recursos faltantes para la atención y mejorará las
condiciones de trabajo. La Red completa funciona en cuatro turnos de
trabajo para ofrecer la atención las 24 horas: de lunes a viernes de 8
a 2 p.m. matutino, vespertino lunes a viernes de 2 p.m. a 10:00 p.m.,
los turnos nocturnos que son guardias de 10:00 a 8:00 a.m. los siete
días de la semana y los turnos fines de semana de doce horas de 8:00
a.m. a 8:00 p.m. Así las cosas el personal de salud considera que en un
mismo hospital funcionan en realidad cuatro hospitales, con lógicas
distintas, con ritmos de trabajo también distintas y con necesidades
diferentes. Los servicios de urgencias, trauma y toco cirugía son los
permanentemente demandados y rebasados en capacidad; la
hospitalización, las pocas especialidades y la atención diagnóstica
baja su funcionamiento en los turnos vespertinos nocturnos y fines de
semana.
En la lógica de la atención el flujo de personas es conducido mediante
filtro de la demanda y de la atención en los tres servicios: toco
cirugía, urgencias, consulta externa. Se asume que las personas deben
esperar, formarse desde las primeras horas del día para tomar ficha y
ser atendida pero sobre todo esperar a ser llamada pacientemente. Los
pasillos de esta área de los hospitales de la red suelen ser
insuficientes para abracar a todas las personas que llegan a recibir
atención, para algunas directivas se debe al exceso de acompañantes que
trae cada paciente, la verdad es que el número de sillas disponibles y
en servicio son aun insuficientes para la cantidad de personas en
espera.
Desde la llegada las personas son llamadas en voz alta, interpeladas a
leer toda la documentación y a manejar la lógica operativa de la
consulta: la fila para la toma de signos vitales, la fila para archivo,
la fila para laboratorio, la espera al llamado de consulta, la fila
para entrega de medicamentos (los que hay en subsistencia y que maneja
la secretaría en su cuadro básico de atención). Cualquier equivocación
en el papeleo es de la población usuaria, los documentos incompletos,
la toma irregular de medicamentos, la no mejora de la salud se
relaciona con su propio descuido. Las parejas atendidas en medicina
familiar son atendidas en conjunto, los hombres reciben el diagnóstico
y las restricciones de hábitos alimenticios, pero la dosificación de la
medicina, la toma de preparados y las modificaciones alimenticias son
dirigidas a las mujeres quienes además suelen contestar las preguntas
de la consulta para los dos.
En la población prestadora existen cánones estándares de comunicación,
la terminología, las frases, las instrucciones tienen más un carácter
técnico que pedagógico o didáctico, las explicaciones en detalle no
suelen darse y las ayudas de comunicación son limitadas, se restringen
a las enormes carteleras y murales que las y los estudiantes de
enfermería elaboran y que contienen mensajes con alto contenido moral y
conductual restringido; a manera de ejemplo se afirma en algunas de
estas carteleras que las mujeres adultas que se embarazan así como las
adolescentes corren el riesgo de tener abortos, nacimientos de bajo
peso al nacer, riesgo de retraso mental y/o malformaciones. Que si se
consume alcohol, se fuma, se es hipertensa, desnutrida, obesa se pone
en peligro la vida propia y la del bebé, los viajes largos y la carga
de objetos pesados pueden causar abortos o partos prematuros. Estos
mensajes llegan a mujeres de sectores populares con limitaciones en su
alimentación, con largas jornadas de trabajo, viviendo en zonas
retiradas y la más de las veces con varios hijos y bajos ingresos. La
estancia promedio para la atención en consulta externa es de seis a
cinco horas en cuyo lapso no hay sesiones, charlas y difusión de
información de interés general para la prevención de la enfermedad o la
promoción de la salud, desde luego con estos horarios se presentan más
mujeres que hombres, más ancianos que jóvenes y más población infantil
y desempleada.
Cuadro de texto: “Vea, ese señor que vino no va a volver, está muerto
del miedo, no va a operarse y le toca, pero no vuelve” Md. tratanteLos
hombres que tendrían acceso al servicio son minoría y la atención hacia
ellos es puntual, las orientaciones son diferenciales y cae sobre ellos
la percepción de su miedo a lo médico, su distanciamiento e
indiferencia por parte de los médicos perpetúa su aislamiento y
distanciamiento de las instituciones de salud.
Los problemas conocidos son vistos como parte de la lógica
institucional y la normalidad de la cotidianidad de las instituciones
de salud, como por ejemplo, el ausentismo médico, la falta de personal,
la falta de insumos, el deterioro de la estructura hospitalaria, la
falta de mantenimiento y sobre todo la conservación del mobiliario
existente. Frente a tal percepción se trasluce la resignación, la
rutinización de la carencia y la anomia del personal frente a las
posibilidades de cambio de condiciones de atención, de comunicación y
de mejora del sistema público de atención. Si hay cansancio de parte
del personal, hay sobrecarga de funciones y de trabajo porque las
mismas personas contratadas hace veinte años deben realizar todas las
tareas de atención que se han complejizado y aumentado por los mismos
avances de la medicina y por el mejor conocimiento que existe de los
factores de riesgo de la enfermedad y del cambio de patologías de la
población en el país y la ciudad.
Parte de los cambios sensibles en el sistema es la normatización
de ciertos programas y del manejo de protocolos de atención que ahora
se instauran con la intención de proteger los derechos de las y los
pacientes y de garantizar la calidad de la atención, por ejemplo el
consentimiento informado, que implica niveles básicos de comunicación
por parte del personal médico de las características de la atención,
las limitaciones existentes y las posibilidades de tratamiento locales
inmediatas o extraordinarias por parte del paciente con los riesgos
derivados de cada una de las atenciones. Tales garantías son comentadas
por el personal de salud como acicate del oficio médico, como candados
a los que hay que responder más que con el ánimo o la atención de la
mejora de la comunicación y las mejores prestaciones del servicio con
el fin de salvaguardarse individualmente el personal médico y más el
médico propiamente de las responsabilidades penales civiles y
administrativas del hacer clínico. Las formas, papeleos y notas se
llevan buena parte de los tiempos de la atención y restringen la
comunicación con las personas, al hacer más formal y técnica la
comunicación y el diálogo dentro del servicio. Hay servicios que se
supone se deben prestar pero se carece en toda la red de los
especialistas para prestarlos, hay protocolos de trabajo y de atención
que no se pueden llevar a cabo a cabalidad por la ausencia total del
personal capacitado pero en buena parte por la restricción de personal
para desarrollar gran parte de las actividades, por esta razón
prevalece el trabajo operativo y curativo sobre el educativo y
preventivo de la salud.
Relaciones de poder – subordinación
Dentro y fuera de la institución, las jerarquías se mantienen, existe
el evidente distanciamiento entre el personal médico clínico del resto
de personal incluyendo del personal de enfermería, la sola pertenencia
al gremio implica trato diferencial, distanciamiento respetuoso e
impersonal en la comunicación y manejo claro de jerarquías y de
división de tareas, trabajo y responsabilidades. La escasez de recursos
recarga las tareas y oficios del cuidado a cargo de enfermería,
procedimientos manuales y operativos que llenan prácticamente su turno
no permite espacios de capacitación, atención más personalizada ni
comunicación más cercana entre el personal y entre este y la población
usuaria. Los turnos están llenos de rutinas, papeleos, rotaciones y
actividades donde cada persona tiene aprendizajes y prácticas
estandarizados y ejecutados durante años, incluyendo de hecho las
limitaciones e incapacidades propias de la institución y de su
estructura.
La disciplina médica, la revista médica, acto de autoridad y de
jerarquía profesional por parte de las y los médicos, es un espacio
genéricamente significativo, las mujeres estudiantes de medicina son
llamadas médicos, la asistencia es multitudinaria y aunque se centre
sobre los casos, no se refiere directamente a la persona, las personas
usuarias, las y los pacientes son referidos como casos o como camas, la
revisión de rutina es impersonal y llega a percibirse como mecánica,
poca o mínima es la conversación con las personas, la celeridad del
trabajo no da tiempos individuales para atención personalizada, tal vez
quienes más condiciones favorables tienen para desarrollarla sea el
personal de enfermería, pero la cantidad de trabajo puede llegar a ser
tanta que estos tiempos se restringen, hablamos de dos máximo tres
enfermeras para atender salas con capacidad de alojamiento de cuarenta
y dos personas.
La comunicación en el trabajo se desarrolla entre papeleos
formatos y procedimientos, los nombres de las personas son borrados y
se usa los apellidos, en algunos casos la rutinización y los caracteres
de las personas ha generado conflicto y la inmovilidad laboral ha
llevado a perpetuarlos afectando al trabajo cotidiano, médicos que no
se hablan entre sí hace tiempo, que no pueden trabajar conjuntamente y
personas que nunca establecieron acercamientos comunicativos aun cuando
trabajaran en el mismo servicio durante años.
Cuadro de texto: “es que este médico que le digo es imposible,
tiene un carácter durísimo y cuando no me deja llorando a una paciente,
me deja llorando a mi personal” (Enfermera Jefe de servicio)El
establecimiento de las jerarquías la da el cargo, la formación y la
antigüedad, aunque estos hospitales tienen congelada la planta de base
lo que hace que sean personas que se conocen desde hace tiempo y que ya
no estén dispuestas a ceder o modificar su actitud con sus compañeros o
compañeras y no son pocas las instancias donde las tienen El rictus de
la práctica ha llevado a la tecnificación del trabajo lo cual distancia
aun mas la comunicación y modificado la dinámica del cuidado y la
atención, por eso los papeleos y trámites llenan el grueso de las
actividades operativas realizadas por médicos, enfermeras y
trabajadoras sociales, las rutinas aprendidas como las salidas a los
desayunos y las comidas durante largos espacios de tiempo se hacen
inamovibles, tanto como la captación de los espacios de enseñanza por
parte de internos y practicantes, las ausencias sabidas y consentidas
de parte del personal de algunos médicos son cotidianas e incorporadas
al día a día, esto hace que los tiempos efectivos de atención de las
personas se reduzcan aun más y que se juegue con su paciencia. La
actitud con la atención es culpabilizadora y los protocolos estrictos
minimizan el espacio interactivo usuario - prestador, toda la
formalización busca aceleradamente cumplir los papeleos y firmar
absolutamente todas las formas y copias para eximirse de
responsabilidades.
Cuadro de texto: “Ay señora, está en trabajo de parto ya tiene dolores
y se le ocurre comer? Por favor, se pasa!!” Médica Tratante
Hay en las responsabilidades una especie de demonización de las
incriminaciones civiles penales y administrativas que caen sobre el
prestador si no las ejecuta o firma, por ello y dado que la persona que
recibe el servicio lo desconoce se le enfatiza en las responsabilidades
institucionales e individuales y los riesgos que asume con cada
indicación y con su observancia. Buena parte de la población de la red
no sabe leer ni escribir, este elemento no es tomado en cuenta por
médicos ni enfermeras a la hora de dar las indicaciones o explicaciones
para la atención. Todo contacto con las personas atendidas es leído
como procedimiento y como responsabilidad, por eso juega tan a menudo
la culpabilización de la persona si no se tomó todo el tratamiento, si
se movió del espacio de la cita, si no respondió rápidamente al
llamado, si no atendió las indicaciones o no leyó las instrucciones o
desatendió las recomendaciones. Se llega a tal punto con esto que se
hace firmar al margen de los formatos por parte de la población usuaria
que se sabe de las restricciones del servicio y que aceptan ser
atendidos así, estas notas suponen que se libra de responsabilidades a
la persona que atendió el caso porque era un riesgo sabido y necesario
que se corrió con su consentimiento, ergo la responsabilidad en últimas
busca trasladársele al usuario así los procedimientos y la atención la
haya realizado el médico. Cuadro de texto: “Vea señora, usted sabe que
le debo hacer el tacto vaginal por su bien pero si no me deja hacerlo
me debe firmar aquí que se negó al examen, nosotros ya no respondemos
si le queda una gasa usted se infecta o algo” Médico tratante.Quizás en
este espacio es donde sea más evidente la violencia cotidiana del
hospital, pues la confidencialidad en camas múltiples y con rotaciones
enteras de pasantes, practicantes residentes y adscritos se rompe.
Cuando los exámenes y los procedimientos exploratorios más íntimos se
realizan frente a cuatro o cinco personas y al lado de otras que serán
sometidas a lo mismo, destape de cama, descubrimiento y exposición del
cuerpo llega al punto de ser tan minimizada que en su ejercicio se
reduce la persona examinada a la parte afectada del cuerpo a la
dolencia en revisión desapareciendo su nombre. El proceso de parto es
tal vez el más agresivo de todos, la espera, el seguimiento y la
exigencia de celeridad por
parte del personal frente a la abarrotada demanda del servicio reduce a
las mujeres atendidas a un espacio común de exhibición de corporeidades
e intimidades tan celosamente guardadas en contraste con este espacio
que las hace tan públicamente expuestas. Nuevamente este espacio debe
ser generizado en su lectura, pues es clara la actitud masculinizada de
la comunicación en el área donde la mayor parte del personal es
femenino. Formación médica La comunicación con la población: Lo primero
que aprende el estudiantado al ingresar al hospital es que hay rutinas,
hay procesos y procedimientos incuestionables e inapelables, que hay
procesos y responsabilidades específicas y que hay jerarquías,
autoridades y cuotas de poder entre quienes integran el servicio desde
la parte clínica y desde la parte administrativa. Que la comunicación
con la población usuaria es de instrucción no de comunicación, es de
señalamiento e indicación más que de diálogo, es técnica y operativa no
profunda y es restringida. Respecto al entorno hay canales y jerarquías
que se deben respetar, cubrir y no cuestionar o intentar pasar, entre
más bajo el escalafón más exigencia y peso de la jerarquía sobre cada
quien. La comunicación entre gremios está claramente diferenciada entre
las instancias médicas y clínicas que además de operativos son
académicos y percibidos como autoridades.
La actitud médica se aprende en el día a día desde la rutina, con todas
sus anormalidades e irregularidades así como las cotidianidades juntas,
si se es clínico hay una actitud y una licencia para mantener la
distancia, la impersonalidad e incluso la antipatía que pareciera ser
requisito para tal condición independientemente si se es hombre o
mujer; la postura, la actitud y el gesto se aprende en la institución,
los cuestionamientos y las preguntas no necesariamente tienen respuesta
se da por sentado que la no respuesta y la verbalización mínima es
característica del gremio que solo se explaya entre iguales, médicos
con médicos enfermeras con enfermeras, estudiantes con estudiantes,
evidentemente los grandes ausentes de este circuito técnico
administrativo son precisamente los usuarios. Las diferencias y
características de la población atendida no son consideradas como
claves en las problemáticas, el saber médico y el discurso técnico
prevalece sobre tales rasgos, por eso la práctica médica acentúa las
diferencias entre las personas y las desventajas que cultural y
socialmente existe entre ellas (el hecho de ser hombres o de ser
mujeres). Como se mencionó antes el personal médico adscrito no guarda
medidas elementales de protocolo médico, lavado de manos, uso de bata,
protección en áreas restringidas, quirófanos, salas de recuperación
cirugía, toco cirugía entre otras, el personal en formación lo ve y lo
replica, ello se ve como natural y como rutina y se asimila e imita,
pero no se piensa reflexiona o cuestiona. Cuadro de texto: “es que
llevo siete horas atendiendo yo solo atendiendo la consulta, no he
podido salir a comer y ya estoy cansado, así me equivoco no me
concentro… es que además yo que culpa si vea, este útero tan pequeño”
(Md. Adscrito)El sentido del servicio Con la percepción de la
diferencia de la instancia privada, el servicio en las entidades
públicas se autodescribe como lento, saturado, deficiente, limitado y
restringido, rezagado de la tecnología y los avances científicos, la
labor educativa se deja a las carteleras, las deficiencias
estructurales de la institución son señaladas como las causantes de un
servicio deficiente e inmodificable; cuando se plantean problemas del
servicio, las externalidades son tantas que el personal se repliega y
en algunos casos se victimiza. Las rutinas aprendidas del poder Los
turnos y la lógica institucional cambia permanentemente, la población
asistente también, sin embargo las bases de la jerarquización de los
oficios, áreas y competencias se sostiene pues la base de la división
de los trabajos y la prácticas refuerza y fundamenta el trabajo de las
mujeres en la atención y el cuidado –caso de las enfermeras- y de los
hombres –médicos- en la dirección y las indicaciones médicas desde el
saber y el poder médico sobre el asistencial.
Cuadro de texto: Caso Médica Obstetra residente de segundo año atiende
a una mujer oaxaqueña de veinte años que no siente a su bebé hace dos
días. “señora no se oyen los latidos de su bebé esos que escucha son
los suyos, usted ya inició proceso de parto y la vamos a atender pero
lo más seguro es que su bebé ya está muerto.... fírme aquí y anote que
yo ya le expliqué esto para poder hacer el procedimiento (indicación
del médico adscrito al servicio) avísele a su acompañante para que
sepan porque usted se va a quedar”
Las jerarquías de cargo fundamentado en el discurso técnico y
científico van sedimentando escalas de poder que se asimilan de
adscrito a pasante, de adscrito a residente, de residente a interno y
de médico a enfermera y del personal de salud en su conjunto sobre la
población que ocupa la última escala de relaciones y sobre la cual
opera toda la lógica de la acción de un servicio que es además un
derecho pero que es ejecutado por la institución en su conjunto como un
servicio. La situación de la atención se complejiza aun más entre
mujeres alrededor del cuidado y entre médicos alrededor de la atención,
las labores y los trabajos del cuidado son permanentes, operativamente
precisas y concretas, así se perpetúa desde la lógica institucional los
roles de jerarquía sociocultural masculina y los espacios de
diferenciación femenina. Reflexiones La intención de rastrear la
violencia de género en las prácticas institucionales de salud lleva al
reconocimiento desde este pequeño ejercicio a deducir que efectivamente
la violencia de género es una problemática inherente e incorporada en
las prácticas institucionales de salud; enraizadas dichas prácticas en
los saberes médicos hegemónicos como superiores y portadores de por sí,
de poder, sin cuestionamiento ninguno, naturalizadas en el ejercicio
cotidiano de rutinas, actitudes, lenguaje y manejo de este saber,
legitimada por la institución desde la organización de los servicios,
las funciones de cuidado, atención e instrucción (enfermería y trabajo
social) y desde las intervenciones y diagnóstico (médicos y
especialistas) El poder y el conocimiento médico en la institución de
salud deja poco espacio para el reconocimiento de la noción de derecho
y más aún del reconocimiento de su efecto agresor o limitante del
espacio interpersonal, del reconocimiento, del respeto y de la
interlocución del otro mujer, otro hombre, anciano, niño. En el espacio
hospitalario tales nociones se borran terminando por naturalizar las
formas sutiles, contundentes y efectivas de violencia de género. Es
precisamente en lo público - que se supone se desarrolla y se realiza
la noción de derecho- donde la noción de derecho se minimiza y se
diluye en el peso y la jerarquía de la institución hospitalaria. La
formación y el entrenamiento médico ritualiza la diferencia y la brecha
entre personal de salud, entre hombres y mujeres por supuesto, asume y
absorbe las diferencias y connotaciones genéricas de la sociedad y de
la cultura suscribiéndola en su funcionamiento diario, las diferencias
sociales y culturales no se consideran para mejorar la atención,
enfatizar en la educación y la prevención, sino para justificar las
diferencias y naturalizar los ejercicios de poder y las formas de
violencia cotidiana ejercida en la institución, después de todo, el
discurso técnico y científico lo respalda. Las prácticas médicas
desconocen las particularidades de las personas, su singularidad social
y cultural frente a fenómenos de la vida, la enfermedad y la muerte, de
fondo esta lógica distancia a la institución de las personas, permite
la incursión de formas violentas, reduce el ejercicio del derecho a la
atención y al servicio y obliga entonces a construirla a visibilizarla,
reto importante para la acción ciudadana, para la discusión comunitaria
de los servicios que tenemos y con los cuales contamos. Contenido
GLOBALIZACIÓN, REFORMAS Y EL DERECHO A LA SALUD: EL CASO DE AMÉRICA LATINA
Por Debora Tajer
[email protected]
Psicóloga (UBA), Especialista en Psicología Clínica (GCBA), Master
en Ciencias Sociales y Salud (FLACSO/CEDES), Doctoranda en Psicología
(UBA). Profesora e Investigadora de Estudios de Género de la
Universidad de Buenos Aires. Profesora a cargo del Seminario de
Políticas Públicas en Salud con perspectiva de Género de la Maestría
Virtual en Género, Sociedad y Políticas (FLACSO/PRIGEPP) Ex
-Coordinadora General de la Asociación Latinoamericana de Medicina
Social- ALAMES (7/01-9/02) y actual miembro de su Comité Consultivo -
Ex Coordinadora Regional de ALAMES para el Cono Sur (00/04) y de la Red
de Genero y Salud Colectiva de la misma Asociación (97-04) Miembro del
Board de la International Association of Health Policy IAHP
(00-02/02-04). Consultora del Consejo nacional de la Mujer.
Existe una estrecha relación entre el proceso de globalización y
los procesos de reforma del estado en América Latina y el Caribe entre
los cuales se encuentran los procesos de Reforma Sectorial en Salud
(RSS).
Se parte de la visión que considera la actual globalización, como un
proceso de constitución de un mercado mundial competitivo y de
desarrollo de una revolución tecnológica, informática y comunicativa,
cuyo objetivo manifiesto es disolver las fronteras nacionales e
interconectar los procesos productivos, políticos, sociales y
culturales. Paralelamente subyace una idea de que esto implica el fin
de la política Fernández SY op cit
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